Nuestra segunda cita tardó en llegar. Viviamos en ciudades alejadas y para quedar teníamos que tener el día libre. Él tocaba el bajo en un grupo de música y en aquel momento estaban grabando una maqueta... los fines de semana. Así que tardamos un par de semanas en volver a quedar.
No perdimos el contacto, eso sí. Seguíamos hablando por internet como hasta entonces, pero algo había cambiado en la forma de hablar. Ya no se podía decir que fueramos solo amigos, porque habían insinuaciones más o menos directas por parte de los dos.
Llegó el día de la gran cita, la primera técnicamente hablando porque esta vez sí que era una cita (con todo lo que implica la palabra). Fuimos a Port Aventura, donde descubrí que se mareaba fácilmente cuando me monté dos veces seguidas en el Dragon Khan sola, mientras él se recuperaba del primer viaje sentado. Por si no había quedado claro con eso, estuvo a punto de vomitar en otra atracción más "light", así que definitivamente los parques de atracciones no son lo suyo.
Teníamos el express, por lo que podíamos ir por colas diferentes que son más rápidas. Y aquel día no había demasiada gente con este tipo de entrada, así que muchas veces nos quedabamos solos en un pasillo solitario y se producía un silencio incomodo porque sabíamos que iba a pasar algo en algún momento y ninguno de los dos se atrevía a dar el paso.
Al final, fui yo quien se lanzó. Él iba detras mio, me paré en seco, tropezó conmigo, me giré... y le besé. Y fue todo lo maravillosos que son esos primeros besos (en este momento, las mariposas luchaban por salir de mi estomago agujereandolo porque ya no eran cosquillas sino mordiscos).
El resto del día y de la noche fue todo lo maravilloso que puede ser un día así. No recuerdo el viaje de vuelta en tren, pero tengo la imagen de cuando me dejó en la estación grabada en la memoria. Porque no sabía si le volvería a ver, no sabía si quería meterme en lo que implicaba volver a verle. Pero sabía que el día había sido divertido y fantástico. Y en mi interior, deseaba que se repitiera... mil veces más.
lunes, 30 de octubre de 2006
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