¡Ñe! Que nervios....
Era 24 de Abril de 2004 (ya hace, ya). Un día después de St Jordi. Había quedado con él en la estación de Sants y, aunque había visto fotos suyas, no tenía ni idea de como sería.
Estaba muy nerviosa, viendo pasar ciudades por la ventanilla del tren, pensando en que haríamos todo el día juntos. Por una parte me apetecía mucho conocerle, pero por la otra... ¿Y si no congeníabamos? ¿Y si nos aburríamos? ¿Y si era un psicopata? Por si acaso, ya había hecho mis planes posteriores y buscado mis excusas. Y no nos moveriamos de ningún sitio público y concurrido, así que si era un psicopata... por lo menos tendria testigos.
Le reconocí en seguida. Llevaba una sudadera de la University of California Davis, UCD, que le hacía parecer recién sacado del centro derecha español. Y era la prenda característica por la que me había explicado que le reconocería.
- Pues no es tan cantona como me habías dicho por teléfono - le dije por la espalda, referiendome a la sudadera.
Dos besos, "por fin nos conocemos, ya era hora", "no es culpa mia, es de mi pelo que no quería crecer" y camino a Barcelona.
En la primera parada, nos tomamos algo en Plaça Reial, plazita paralela a las Ramblas. En medio de la conversación sacó un libro. "La sombra del Viento", muy recomendable, y con dedicatoria.
Hablaba sobre nuevas personas, nuevos mundos, nuevos sueños... Hablaba sobre esperanzas, amistades y de alguna manera dejaba en el aire un algo más que hasta ese momento solo se había insinuado. Me sonrojé, me asusté por la profundidad de la dedicatoria y me disculpé por no tener yo también un libro que darle.
La conversación era fluida y quien más hablaba era yo. Cuando estoy muy nerviosa me da por hablar, y a medida que me relajo dejo el parloteo sinsentido. Me gustan los silencios. Pero ese día, hablaba y hablaba, me reía, gastaba bromas, quería ir a todos sitios y pasear todo el rato. Fue muy bonito y no pasó nada. Ni un beso, ni una insinuación, nada de acercamientos.
Solo al final de la tarde, sin que viniera a cuento, me dió un abrazo que me hizo sentir de nuevo como leyendo la dedicatoria del libro, con esas mariposillas en la barriga que creí que no volvería a sentir nunca.
Y pensé:
"Quizás esto sea el principio de algo bonito"
domingo, 29 de octubre de 2006
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