martes, 27 de marzo de 2007

La paloma

Ayer tuve una reunión de encargadas. Encontré un preocupante parecido a lo que hacía mi madre con mi hermano y yo, sentarnos, cogernos de las orejas y obligarnos a pedir disculpas.

Bueno, vale, nos sentó, nos cogió (metafóricamente) de las orejas.... pero las disculpas nanai. No entro más en el tema porque no quiero más antiácido y he decidido tomarme las cosas de otra manera.

El Sábado nos invadió una paloma. Una superpaloma, grande y generosa, de las que estan tan bien alimentadas en Tarragona. Se metió encima de las fotos de los bocadillos (encima del más caro) y se quedó observando supertranquila lo que hacíamos.

Palo de escoba en mano, la eché de ahí... y planeó hasta los tubos de ventilación, a cinco metros de altura. Y aunque yo iba dispuesta a tirarle el palo en plan jabalina, Emi tuvo la genial idea de hacer una bola de papel de plata y celo para darle. (Inciso: cuando era pequeña, a falta de pelotas, reuniamos los envoltorios de todos los bocadillos y haciamos una minipelota para jugar a voley XDDD). Mala idea: nuestra paloma okupa era la Ronaldinha de las palomas y remató de cabeza sin despeinarse.

¿Y ahora qué? Estaba encima de los tubos de ventilación... si activo la calefacción, tiene que salir por cojones, para no quemarse. Pues no.... además de okupa y Ronaldinha, también es faquir. Lo encontró tan relajante que se quedó dormida.

Llamada de urgencia a todo el mundo. La conversación iba más o menos así:

Eva - Se me ha colado una paloma
Y el que fuera se moría de risa...
Eva - En serio, que se me ha colado una paloma, está encima de los tubos de ventilación, ha decidido que se está muy a gustito y se ha quedado dormida... que hago?
Tras uno de los ataques de risa me dijeron aquello de "Llama a la urbana" y aunque parezca mentira eso es lo que hice.

Eva - Oye... que te llamo del Bocatta... que se me ha colado una paloma y no se quiere ir.... ¿vosotros echais palomas?

Ni que decir tiene que no, no echan palomas.

Al final logré echarla. Le di con el rollo de bolsas de basura, eso no fue tan fácil de rematar y la echamos. Aún así, la cabrona quería volver a entrar. En el fondo, debía de haber perdido un paraiso: calentito y con migas de pan en tooooodos sitios.

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