miércoles, 20 de diciembre de 2006

La rutina de nochevieja

La Nochevieja es la única fiesta de Navidad sagrada en casa de mis padres (me parece que esto ya lo había dicho antes). Es la única fiesta que organiza mi madre en casa y cuando nos reunimos toda la familia.

Generalmente aprovechamos esa noche para dar los regalos. Por supuesto, hasta hace bien poco, solo los "niños" recibíamos regalos. Aún hoy, cuando ya tengo 26 añitos (26 ya, no podionoquieroooooo), no se espera que aparezca con ningún regalo para nadie.

También es la noche en que mi madre intenta hacer gala de sus habilidades culinarias y cuando suele fracasar estrepitosamente. Generalmente cocina muy bien, pero el día de fin de año saca sus libros de Arguiñano, les sopla el polvo acumulado de todo el año y se decide por el plato con el nombre más largo y con ingredientes más raros. Si a la falta de práctica con el plato en cuestión le sumas que no se come con hambre porque antes hay un picoteo gigantesco (teeeeeeengooooo gambas, tengo chopitos, tengo pan tostado y canapes de salmón, tengo minisalchichas, patatas variadas y si me dejas saco el turrón) pues... como que el efecto del plato queda... menos espectacular. Eso sí, cada año hacemos "mmmm" y "ohhhh" y "que bueno te ha quedado este cabrito churrascao".

Lo siguiente es quitar la mesa. Volvemos al machismo de siempre, mi padre (que estoy segura de que no sabe como funciona el lavavajillas) y mis tios se sientan tranquilamente a ver el show navideño de turno, las mujeres quitamos los platos (gran invento el lavavajillas) aunque para hacer justicia hay que decir que el año pasado (el único que Marc ha estado en casa) mi noviete se arremangó y ayudó a quitar la mesa. Un solete....

Después, cuando son las 11 y pico, mi insoportable primita y yo nos dedicamos a lavar y contar las uvas. Las empaquetamos, pelamos y despipamos las del primo más pequeño y repartimos los paquetitos de 12 uvas. Y esta es una de esas tradiciones que hay desde que era pequeñita pequeñita, mi prima y yo lavando uvas y contándolas.
Las 12: comemos las uvas, mi tia Reme se las acaba la primera y con la boca llena levanta las manos y se pone a bailar para que veamos que en la sexta campanada ella ya ha acabado... el día menos pensado se nos ahogará por agonia!! Y una vez que ya han acabado las campanadas, besos para todos (me he dejado al tio Tomás?? Abuela que ya te he besado dos veces, no seas abusona!!) y el último beso en que todos nos paramos a mirar expectantes, es el beso de mi padre a mi abuela. Y es que es el único beso que le da a la suegra en todo el año.

Tienen todos sus besos? Ya hemos brindado con cava? Preparados, listos... las 12:05!!! Mis tios salen en estampida de casa. Tengo la teoria de que algunos acaban de masticar las uvas en el coche.

Cuando estaba soltera (y entera... jajajajaja) era el momento de irme de fiesta loca, emborracharme y volver a casa a cuatro patas. Este año supongo que me lo pasare jugando al cinquillo con mis padres porque si no se quedan solitos. Como echo de menos los 20 en esos momentos!!!!

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