Advierto que este va a ser un post sin estructura
En esta época se juntan varias fechas significativas.
La primera es mi cumpleaños (26 ya, no podio, no... no quieroooooooo). Es justo hoy :) pero como estoy lejitos de mi familia lo celebraré con Marc y el viernes con las compis del curro. De todas formas hoy he invitado a comer a mi madre y a mi suegra, así que algo de familia sí que habrá...
La segunda es mi santo. 6 días después de mi cumpleaños, nadie se acordaba nunca. Así que el 19 de Marzo, santo de mi padre y de mi hermano (ole los Joses), me pasaba todo el día graznando porque ellos tenían regalo de santo y yo no. Hace poco (este año concretamente) mi madre me dijo que lo que pasaba es que siempre me hacían un regalo más grande a mi que a mi hermano para aunar el santo y el cumpleaños. Me sono a una excusa muuuu gorda... Aunque creo que la razón oculta y verdadera era que Sta. Eva es un santo muy raro que nadie conseguía nunca localizar en el calendario.
Y luego vienen ya las Navidades. Es extraño decir que desde que vivo en pareja he descubierto lo incomodas que son estas fiestas. Como trabajo casi todos los festivos, es lógico que pasemos la mayoría de las fiestas en casa de su madre, que vive a 10 minutos de casa. Supongo que cuando ya tenga un trabajo normal habran palos para decidir adonde vamos a comer el día de Navidad. Pero de momento el único sagrado en mi casa es fin de año, así que es el único día que he pedido fiesta.
El problema este año es que mi suegra pasará Nochevieja sola porque dice que no quiere venir a casa de mis padres con nosotros y mis cuñados ese día estan de escapadita los dos solos. Cuando pareció totalmente decidido que no se venía, me puse en la situación de que fuera mi madre y para mí la elección estaba clara. Si yo fuera Marc, me quedaba con mi madre. Así que se lo dije, que si quería se podía quedar con ella, que no había necesidad de que pasara la Nochevieja sola y que lo entendía si quería quedarse. La respuesta fue un "yo me voy contigo a Martorell" aunque con cara de que realmente le costaba decidirse. Una penita... a lo mejor el 31 la secuestro con cloroformo y me la llevo a rastras.
Me resulta muy muy raro las Navidades de mayor. De pequeña iba a casa de mis tios, de mis abuelos, jugaba con mis insoportables abundantes primos, hacía gamberradas con la comida y pensaba que todos, absolutamente todos estabamos tan contentos como lo estabamos los niños. A medida que fui creciendo vi cosas que no me gustaron tanto. Como que en la familia de mi padre los hombres se sentaban primero mientras las mujeres los servían y cuando acababan de comer ellas por fin se sentaban a comerse las sobras. O que el alcohol hacía estragos y se decían las verdades que sobrios no eran capaces de decirse y todas las nochebuenas acababan con alguna familia saliendo atropelladamente para no acabar a palos.
En la familia de mi madre las tensiones eran más... disimuladas. Las mayores tensiones eran respecto a la comida o que se hacía después, pero con el tiempo se han dejado al decubierto tensiones mayores que se disimulaban con nimiedades.
Ahora, tengo unas nuevas Navidades, las de mi familia política. La rutina es la siguiente: la comida pantagruelica de mi suegra, el sueño de una barriga extremadamente llena y un juego de mesa con mis cuñados mientras mi suegra intenta ver una película. Lo cierto es que no es capaz de verla porque se pasa la mayor parte del tiempo mirando contenta la mesa que tiene llena de nuevo.
Y tengo que hacer una declaración final (no se si poseida por el espiritu navideño... quita bichoooooo):
mi suegra podrá ser una suegra de libro, de las manipuladoras y estresantes. Pero es una madre excepcional que daría su vida por sus hijos. Me sentía obligada a decirlo después del post sobre los concesionarios... mala conciencia me quedó.
miércoles, 13 de diciembre de 2006
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