Hace aproximadamente 5 meses que vivo con mi novio. Marc (que así se llama) es un solete, nada que ver con el typical spanish. Sabe donde está la lavadora y como utilizarla, frega, barre... Vamos, un solete de los que no quedan. Pero hay un tema que le toca la moral y saca sus antepasados de pelo en pecho: el bricolaje.
Ya ves tú, para hacer un par de agujeritos en la pared, recorre todos los estados de la ira: grita, insulta, se quema, casi se cae de la escalera, vuelve a gritar porque se ha quemado y casi caido de la escalera y a mi me ha dado la risa y, finalmente, se baja enfurruñado. Lo hace, claro esta. Tocaba colgar una lampara supermona que nos compramos en el Leroy Merlin
y el coleguilla hizo tres agujeros cuando solo hacian falta dos. Además, cuando atornilló la lámpara, quedaba como levantada, como si quisiera salir corriendo de la pared.
Por lo menos, mi amorsito no es como mi padre. Cuando vino a ayudar en las mudanzas y a colgar los muebles nos hizo un destrozo en el cuarto que aún estamos esperando que arregle. Y es que mi padre es yesero, pero ya se sabe: "En casa del herrero..."
Ahora queremos colgar un minipercherito en la cocina, muy mono él, para los trapos, delantales y demás. Marc ha prometido que no gritará, ni escupirá, ni insultará al minipercherito por mucho que se lo merezca. Si es que en el fondo toooooodos tienen un cromagnon dentro.
viernes, 11 de noviembre de 2005
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