martes, 11 de diciembre de 2007

27

Hace un par de semanas me levanté, me desperecé, fui al lavabo... me miré en el espejo... y se me pusieron los pelos de punta. Y es que si yo soy propensa a tener ojeras, aquel día estaba con unas sombras negrísimas, arruguitas...

Vale, Marc dice que es paranoía mía, pero él ya se casó conmigo y tiene que defenderme por contrato aunque sea de mi misma.

Así que aquel mismo día, aprovechando que Marc estaba fuera de casa, me planté en la tienda de cosméticos más cercana y pedí directamente una crema de contorno de ojos.

- Ajá... bueno, más que una de reparación, necesitas una prevención, porque muchas arrugas no te veo.

(¿¿Me habré casado también con la tia de cosméticos sin saberlo??)

Estoy segura de que fue la venta más fácil del día, me encolomo una antiarrugas y el contorno por 80 eurillos de nada, que la cuenta tiritó un poco pero amenacé seriamente a mi tarjeta "Venga, tonta, que no ha sido nada... que has pasado por cosas peores..."

Así que desde hace un par de semanas me pongo mis cremitas, me pongo un poco de rimmel (que me regalaron por la compra, no todo iba a ser despelleje), me peino (esto es importante, que generalmente me pasaba un cepillo por la mañana y ya esta)... Y Marc se burla de mi diciendome que cada día estoy más joven. "Hoy parece que tengas 22... hoy 16, ¿a ver si me estoy convirtiendo en un pederasta?".

Pero la dura, durísima realidad es que este jueves cumplo 27 años. Y una crema antiarrugas, aunque el mundo, Marc y la dependienta se empeñen en decir que no me hace falta... ayuda a pasar el trago.

Cuando cumpla 30, me levantaré las tetas. Tengo que comenzar a mentalizar a mi tarjeta...

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