lunes, 8 de octubre de 2007

La parte desastre de la boda

Después de muchos meses de daros el coñazo con el vestido, el viaje, los detallitos, la invitación... finalmente llegó el gran momento.

La boda.

O como hacer que un día que comienza fatal acabe siendo un gran día.

El día anterior hicimos una cena con los padres y mandamos al novio a dormir a casa de su madre. De esta manera no habría riesgo de que viera nada que no quisiera ver (y esto le angustiaba mucho, porque cada vez que alguien encendía la luz del cuarto donde estaba el vestido, se tapaba los ojos y huía diciendo barbaridades).

A la mañana siguiente me levanté supertranquila y mi madre y yo nos fuimos a la peluqueria en cuanto abrieron. Se pusieron manos a la obra nada más entrar por la puerta y a las once ya casi estaba peinada... casi, porque entonces decubrimos que mi pelo tiene una fuerza inaudita y que aún con el rizador a toda potencia no se me quedaban los rizos en la parte de arriba. Así que acabamos apañando un semirecogido por arriba que tardó casi una hora en materializarse. Las doce. Mecagontó, y yo sin maquillar. Que me caso a las doce y media... Me maquillan... a las doce y veinte salía por la puerta de la peluqueria con todas las peluqueras diciéndome que no me preocupara, que sin mi no había boda.

Corre a casa, que mi cuñado venía a traerme el ramo. Mi padre sin cambiar, el coche de la novia en un parking a tomar por culo de lejos y yo cambiándome en cinco minutos para poder hacerme las fotos con el ramo. Bajé a la calle a esperar el coche que tardó como diez minutos en llegar. Dios, dios, dios... que son ya la una menos cuarto... Llamada enfadada de Marc diciendo que había una boda a la una y que nos echaban del salón. Os juro por mi madre que pensaba que no me casaban.

"No te preocupes, cariño, que ya estamos en el coche y en cinco minutos estamos allí". A buena hora dije eso. Eramos en el coche cuatro personas: tres de otra ciudad y una de la ciudad... pero que no conducía. Así que como todas las calles eran contradirección y con los nervios no me acordaba de como se llegaba al ayuntamiento... acabamos dando vueltas por la parte alta de Tarragona. Como se puede deducir yo ya no tenía nervios y comencé a gritar que yo me bajaba allí y me iba andando, mi padre que así las cosas no se hacían, que que hacía mi hermano con el coche, y yo "¡que se lo coma!"...

A la una y diez entraba por la puerta del Ayuntamiento mientras escondían al novio (que tal y como yo predecía estaba hecho una furia porque ya nos habían echado de la sala). La suerte que tuvimos es que la chica que nos caso era amiga de Marc así que nos dijo que en cuanto acabara la boda de la una nos casaban a nosotros. Genial. Genial. Pero la testigo estaba en el coche que en teoria mi hermano se tenía que comer. Y que no llegaban... y que no llegaban... la una y veinte.... Finalmente llegan sudando porque habían venido a la carrera.

Cuando finalmente entré en el salón donde todos esperaban, con la música de fondo que habíamos elegido para la ocasión no pude evitar llorar de alivio porque (por fin) nos casábamos. Y lo que es mejor, él me sonreía nervioso y también lloraba. Y cuando mi padre me dejo por fin a su lado, sus primeras palabras fueron: "que guapa estas"



Y las segundas "tu madre me ha amenazado"

O.O

Pero esto ya lo explicaré otro día.

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